A la vieja Rusia
de los zares llegó el cinematógrafo Lumière ya en 1896 para rodar la coronación
de Nicolás II y después se presentó en el Palacio de Peterhoff en San
Petersburgo en una fiesta presidida por la emperatriz.
En 1917 estalló la
Revolución bolchevique y comenzó la primera experiencia socialista de la historia.
El cine no fue ajeno a estas circunstancias. Lenin pensaba que “ De todas las
artes , el cine es para nosotros la más importante” lógicamente, teniendo en cuenta que en Rusia
más del 70% de la población mayor de 9 anos era analfabeta. Por el decreto de nacionalización de la
industria cinematográfica, ésta pasó a depender del comisariado de Educación
del Pueblo en 1919 y en ese año se
creaba en Moscú la Escuela Cinematográfica del Estado. El gobierno bolchevique
fue el primero del mundo en reconocer la importancia del cine en la era de la
cultura de masas.
A pesar de la
escasez de medios materiales el cine echó a andar gracias a creadores como
Kuleshov o Dziga Vértov. Vértov fue
uno de los grandes del cine soviético, fundó el noticiario Kino-Pravda
(Cine-verdad) donde aplicó sus teorías
del Cine-ojo, en el que pretendía la objetividad absoluta , prescindiendo
de todo aquello que modificara la realidad: maquillaje, decorados, actores,
iluminación…
La influencia de
Vértov en la teoría y en la práctica del cine documental fue enorme.
Pero el más
grande director de cine soviético fue Serguéi
Mijailovich Eisenstein. Estudió en la Escuela de Ingeniería Civil de San
Petersburgo y frecuentó la Escuela de Bellas Artes. Admirador de Da Vinci pero
también de Freud y el psicoanálisis, durante la Revolución se decantó por el
bando bolchevique. Comenzó con el teatro que terminó abandonando atraído por el
realismo del cine y por la influencia de Griffith y Dziga Vértov.
La obra de
Eisenstein es un compromiso y una síntesis entre el realismo documental y el
simbolismo y expresionismo más barroco.
5-
En 1924 dirigió su
primera película , La huelga, sobre
una huelga de una fábrica metalúrgica aplastada implacablemente por los
soldados zaristas. En 1925 dirigió su gran obra, El acorazado Potemkin. En ella cuenta la sublevación de la
marinería del acorazado Príncipe Potemkim en la revolución de 1905. Rodó en
escenarios naturales esta impresionante obra, estructurada a la manera de las tragedias
clásicas en cinco actos:
1- El mal estado de la carne, podrida,
que provoca el descontento de la tripulación.
2- Las represalias del comandante que son
el detonante de la rebelión, que triunfa.
3- Un marinero muerto en la lucha es llevado
hasta el puerto de Odessa donde nace la solidaridad de los ciudadanos de Odessa.
4- Las fuerzas zaristas cargan sobre la
población civil en las escaleras del Palacio de Invierno, causando una masacre.
5- El barco se hace a la mar y encuentra la
escuadra zarista pero los marineros de otros buques se unen a ellos y permiten
que pasen, sin ejercer oposición y saludando con alegría.
La ejemplar
sobriedad y simplicidad de esta gran odisea colectiva, encarnada en el pueblo,
en claro contraste a la fría actuación de las tropas del zar, se articuló en
1.290 planos, combinados con genialidad mediante un montaje rítmico y muy preciso. Los movimientos de cámara, en
cambio, son muy escasos: dos travellings en la escena de las escaleras y una panorámica oblicua para
enfocar a la multitud en el malecón. No se necesitaban más movimientos ya que
el movimiento viene determinado por la acción y el montaje. Eisenstein prolongó
el tiempo artificialmente, hasta seis minutos, para potenciar la angustia y el
dramatismo en la antológica escena de las escaleras. Esta escena es una de las
más famosas y reconocidas de la historia del cine. Son 170 planos en los que
retrata a un pueblo inocente e indefenso frente a la brutalidad de las tropas
zaristas que con los fusiles cargan contra los ciudadanos. Los primeros y primerísmos
planos humanizan la escena.
Eisenstein
consiguió darle a este drama épico una grandeza que hace que no se ciña a un
episodio histórico en concreto si no que sea un manifiesto contra la injusticia
y la barbarie. Es una obra maestra de la historia do cine.
Después del éxito
alcanzado con El Acorazado Potemkin realizó Octubre, 1927, sobre la revolución bolchevique.
Pero la censura posterior eliminó casi un tercio del metraje en el que aparecía
Trotsky. A pesar de esto, es una obra barroca, con mucha fuerza y cargada de
simbolismos.
Todas estas
películas son corales, donde las individualidades no tienen cabida.
Pudovkin fue otro
de los grandes realizadores soviéticos, aunque su idea de montaje tiene más que
ver con Griffith o Hitchcock, es decir, trabaja el montaje previamente en el
guion. Einsenstein lo hacía para expresar, uniendo imágenes, sentimientos o
ideas diferentes a los de las imágenes aisladas.
La vitalidad
expresiva del cine soviético introdujo una auténtica revolución expresiva en la
teoría y en la práctica cinematográfica mundial por el realismo y por las
posibilidades creativas del montaje.
La escena de las
escaleras de Odessa fue recreada y homenajeada en Los intocables de Elliot Nes ,
1987 ,de Brian de Palma.
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